Está el frío inexperto de la mañana, ése que se
apodera de mi brazo al sacarlo de la cama. El frío a
saltítos, al sacarme la ropa para meterme en la
ducha. El frío perseverante con el que lucho al
vestirme. El frío esponjoso de la mano de mi Madre,
que me arregla la bufanda antes de salir. El frío
insolente que aparece despues de la lluvia. Dicen
que los esquimales tienen mas de siete palabras
para nombrar el blanco. Y ¿qué pasa con el frío de
Santiago?