Apretando los dientes y haciendo esfuerzos por
no llorar, la vio alejarse al lado de otro. Supo
inmediatamente que nunca mas la vería. Nunca
mas se luciría con ella, despertando la envidia
de los muchachos del barrio. Primero la soñó y
luego la tuvo, descargando a diario la excitante
energía de su juventud. Tenia el orgullo de haber
sido su dueño por un par de dichosos meses.
Pero el destino quiso que, a los doce años,
Sebastián, frente a un cortaplumas, tuviera que
entregar su bicibleta.
4 comentarios:
uiii que triste
hiciste que me diera penita, por Sebastian
y ver que yo tambien quiero mucho a mi bici, que de vez en cuando salgo por las calles de la ciudad a mirar la vida
te dejo muchos cariños y que sea una linda semana
besitos y gracias por tus lindos saludos
besos y sueños
te agregue en el blog de Freyja
besitos
MUchas gracias por la visita y tus palabras. He de decir que tu blog tampoco se queda atrás.
Este post de la bici me gustó mucho, ingenioso.
Un saludo.
Me encantó tu blog, este texto y todos los que tienes aquí. Es todo sentimiento, sensaciones, melancolías. Tu corazón al descubierto. ¿Sabes? Estoy de acuerdo con el título del blog, "No quiero entender la vida, solo quiero sentir y ser, vivir y amar". Se trata simplemente de eso, dejarse llevar en este viaje y no preocuparse se entender cosas. Simplemente disfrutar. Un beso grande, compañero. Gracias por pasar por mi mar. Un placer. ;)
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