mayo 16, 2007

EL DUELO



El frío sudor recorrió su cara y se coló por su cuello.

Su contrincante se acercaba con una rapidez

inusitada. Pensó en quedarse inmóvil, cerrar los ojos

y dejarse avasallar, pero no, esta vez no seria un

cobarde. Dio el primer paso mirando fijamente a su

rival, en cuyo rostro se dibujaba la determinación de

quien se presume vencedor. No retrocedió. Siguió

caminando hasta que una embestida lo lanzó por los

aires. Mientras su verdugo escapaba, se levantó sin

ayuda. Sus heridas poco le importaban. Más le dolía

su aporreado orgullo, que yacía agónico sobre aquel

inútil paso de cebra.

6 comentarios:

Recomenzar dijo...

me encantó....muy bueno!

Matilde dijo...

desmesurado
agonico
incitante
increible

sos un dios


.
te beso

LiterataRoja dijo...

Lo que describes para a diario en mi pais, los medios lo cuentan y tambien los periodicos... no hay ninguna legislacion respecto a eso.
Tu lo sabes decir...
Me gusto tu blog.

Verena Sánchez Doering dijo...

uiii amigo, de que sirve el orgullo, si no te hace llegar a ninguna parte
me encantas como escribes
te dejo muchos cariños y que estes muy bien
besitos


besos y sueños

Sirena dijo...

Se puede percibir su tristeza, su impotencia... junto a la rabia de su orgullo herido. Me gusta como escribes, Cristian. Tienes talento, amigo. Un beso muy grande!!

Mistika dijo...

Buenísimo y muy real...
Claro que a veces es mejor dejar el orgullo de lado y salvar ilesos...

un abrazo